jueves, 9 de agosto de 2007

50 Dominicanos Opinan, 1 de 4

Por Federico A. Martínez
Hace mucho tiempo que no hago un estudio de mercado; durante los primeros años de mi ejercicio profesional era un instrumento que usaba diariamente. De todas maneras, y más por entretenerme que por la rigurosidad científica, me decidí a hacer una encuesta sobre temas de gobernabilidad usando un programa gratis en el Internet.

Mandé un correo electrónico a amigos y personas que me han enviado comentarios sobre mis artículos pidiéndoles que llenaran la misma; de estos 50 respondieron y a continuación resumo los hallazgos. Para los puristas del método, aclaro que una muestra de 50 en una población de clase media de aproximadamente 2.7 millones tiene un Margen de Error de por lo menos 15%, aceptando desviaciones de la media de 20%; en otras palabras, háganle caso a Rafelito Acevedo, esto es solo un ejercicio de curiosidad.


A la primera pregunta: "Para ser candidato a una posición electiva en un partido político lo más importante es:" las respuestas fueron como se muestra en la tabla 1


Por aquí comenzaron mis sorpresas. Los cínicos tenemos la tendencia a pensar que lo más importante para ser candidato es tener dinero, o por lo menos una claque con dinero que te apoye. Este tema sin embargo quedó en un último lugar con un 41% de los entrevistados considerando que no importa o importa poco. Como no lo entiendo, no lo voy a analizar.


El 69% de los entrevistados entienden que "Preocuparse por el bienestar de los electores" es indispensable o muy importante. ¿Refleja eso la historia de nuestra oferta política? Supongo que para los Balagueristas él se preocupaba por el bienestar de los electores, e igual para los Peñagomistas y Boshistas. Me queda abierta la pregunta de si esa preocupación por el bienestar de la patria y sus habitantes es una característica que mis entrevistados quisieran ver en los candidatos, o es su interpretación de los perfiles de los líderes que han seguido en su historia personal. De todas formas, candidatos, ya saben, a mostrar su interés por el bienestar de sus electores.


En otra interpretación, ¿será que mis amigos de clase media están diciendo que están hartos de tipos sin principios ni vergüenza, que llegan a los cargos públicos a servirse del pueblo? Por la naturaleza de la muestra, presumo que todos, o la mayoría de los que contestaron, tienen una fuente de ingreso más o menos estable y no dependen de quien gobierne para asegurar sus necesidades. Estarían entonces diciendo: Para gobernar necesitamos hombres y mujeres con sentido de deber social, que crean que su misión es hacer un cambio que favorezca a los más necesitados, que abra oportunidades a los dominicanos de desarrollar su potencial y que vayan a servir, no a servirse.


"Ser un Líder" sigue en segundo lugar con 61% de los Indispensable y Muy Importante. Líder es un anglicismo que viene de la palabra Leader, o guía. Es una persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora dice el Mataburros de la Real Academia Española.


Me gusta la interpretación que hace Belén Blázquez Vilaplana del término liderazgo innovador de J. J. Linz (El liderazgo innovador en la transición a la democracia y en la nueva democracia, 1997, Pp 86), para definir al tipo de liderazgo político existente en la actualidad en algunas sociedades democráticas. Señala que este liderazgo es "aquel que es realizado por personas que dirigen con éxito los desafíos que plantea a una sociedad un acontecimiento histórico concreto y cambios políticos o sociales irreversibles, ganándose el apoyo, o al menos, la aceptación de la sociedad, la aprobación del electorado y la tolerancia de las principales instituciones."


Globalización, la apertura a la competencia internacional, la pobreza creciente en una nación cada vez más rica, la ignorancia, la falta de institucionalidad y seguridad cívica y personal; son más desafíos de los que haya enfrentado ningún político dominicano nunca en su historia. Me pregunto si intuitivamente lo que mis entrevistados señalan con sus respuestas es que quieren a esos hombres y mujeres capaces de dirigir con éxito la nación frente a sus múltiples y opresivos desafíos. Me llama la atención de la interpretación de Blázquez Vilaplana, que se aleja del concepto de Líder Carismático de Max Weber.


No habla del hombre providencial, que todo lo sabe y todo lo puede, que hace brotar agua en el desierto y abre el mar para que su pueblo pase. Habla de "personas", en plural, gente que es capaz de actuar en lo personal y en el colectivo.


Estas personas no "hacen" cosas, dirigen procesos sociales. Este líder aglutina gente capaz con quienes tiene comunidad de creencias, principios éticos y conducta; con ellos enfrenta la búsqueda de soluciones de forma planificada, metódica y organizada.


Habla de legitimidad, la legitimidad que da el voto. Del apoyo de la sociedad que se manifiesta en el sentido de comunidad con sus dirigentes y que admite sacrificios en pos de metas de bien común.


Este liderazgo recluta el apoyo o la tolerancia de las instituciones; los empresarios, los gremios, los medios, las iglesias, los partidos políticos, etc, todos elementos que cuando actúan por su propio y único interés son capaces de hundir la nación en el caos que hoy vivimos. Ninguna solución se encuentra sin afectar los intereses de algún grupo. En una sociedad sin líderes capaces de concertar el aporte de cada quien a la solución, el tira y jala de los grupos de interés termina en la situación de explotación y miseria de los más débiles y la amenaza de los bienes, paz y seguridad de los pudientes.


"Tener una gran capacidad intelectual" (59% de voto positivo) creo que responde a la percepción de que ya no es el tiempo de los "tiguere gallo". En tiempos de Internet, de celulares, ATM y "delivery" es difícil ver en la dirección del estado gente de limitada comprensión de la complejidad de la economía y la sociedad. No creo que se espere la solución de todos los problemas a partir de ese candidato, pero si se entiende que debe tener la capacidad de comprender la numerosa y diversa información que se maneja en cualquier sector del estado.


"Tener un grupo grande activistas que haga campaña" obtuvo un 50% de votos positivos, un 33% neutra y sólo un 17% negativo. Interpreto que mis entrevistados valoran la infraestructura de promoción de la campaña con cierta importancia, pero no predominante. Esta percepción puede ser el resultado de la clase social de los entrevistados. En los barrios de clase media los activistas políticos son un "tigueraje bulloso" que incomoda. No estoy seguro que en Manganagua se obtengan los votos necesarios sin la maquinaria electoral que reparte ron, compra votos, llama a los programas de radio y TV y ofrece empleos en el sector público.


"Hablar bien" obtuvo un 50% positivo, pero con menos Indispensable que Muy Importante y con un 33% en posición neutra. La capacidad oratoria ha sido tradicionalmente un atributo valuado entre nuestros electores. Algunos de nuestros políticos imitan el estilo de nuestros líderes recientes, según su parcela. No tenemos ya un ciego culto que haga malabarismos de memoria en discursos de doble y a veces triple pespunte, tampoco un líder carismático que movilice las masas con palabras incendiarias, ni un profesor que reproduzca semillas de lechoza como didáctica de la productividad económica; y no estoy seguro de que hagan falta.


Nuestros líderes actuales usan Power Point y video, tienen sentido de la puesta en escena y leen del "telepronter", lo peor es que se les nota. En los discursos de nuestros nuevos lideres, como en muchas películas modernas, los "efectos especiales" substituyen el guión, la estrella substituye la actuación y la escenografía substituye la buena fotografía.


En la película de François Truffaut "La Noche Americana" el personaje de Jacqueline Bisset dice: "...Las películas son más armoniosas que la vida, Alphonse. No hay atascos en los films, no hay tiempos muertos. Las películas avanzan como los trenes, ¿lo comprendes?, igual que los trenes en la noche.". Así avanza nuestra política, como los trenes en la noche, armoniosa en su irrealidad.


Mi encuesta tiene diez preguntas y apenas vimos la primera; dejo a los que hacen el favor de leerme con la amenaza de más por venir.


LOS QUE QUEREMOS LA DECENCIA SOMOS MÁS


El autor es consultor de negocios.


Email: federico@promarketdr.com, http://www.tomandoencuenta.blogspot.com/

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Por Federico A. Martínez
La segunda pregunta en mi encuesta se refiere a la forma en que la gente voto en últimas elecciones. (Tabla 2)

Me sorprendió la respuesta otra vez. Con frecuencia se dice que los dominicanos no votamos a favor de alguien, si no en contra de otro. Esta no es la experiencia que refleja las respuestas de mis entrevistados de clase media, y esto me llena de esperanza.


Creo que decimos que votamos en contra del que está como una forma de escurrir el bulto y asumir que escogimos el menor de dos males. Esta opción tuvo solamente el 20% de las opiniones. Que el 58% de los entrevistados haya ejercido su voto como reflejo de su convicción personal es un acto de responsabilidad social.


En contra de otro candidato votó el 10%. Y es que en la política, aquí como en todo el mundo, el voto negativo sirve como motivación importante. Siempre existe alguna idea o persona a la que hay que detener, y con ello se nos pretende convencer de elegir un mal menor. Buena lección: no me hables de lo malo del otro candidato, dime que vas a hacer tú.


La próxima pregunta de alguna manera proyecta lo que piensan los entrevistados de nuestra campaña actual. A la pregunta: "Las próximas elecciones las ganará el candidato/partido:" las respuestas estan en la tabla 3:


Los consultados proyectan aquí la forma en que entienden que se ganan los votos en esta sociedad. Evidentemente en contradicción con la primera pregunta, donde los entrevistados entienden que la "preocupación por el bienestar de los electores" es la principal característica que quisieran ver en un candidato político, y el "tener dinero" es la última, aquí proyectan la realidad que están viendo a su alrededor.


El ruido publicitario es lo que el 79% de la muestra entiende hará la diferencia entre ganador y perdedor. Más publicidad, más propaganda, más dinero gastado. Fiesta de los medios, y recuerdo a Marshall McLuhan, "El Medio es el Mensaje".


¿Hasta donde es esto la reacción elitista de una pequeña burguesía que se entiende conciente de su interpretación de la política, pero está separada e incomunicada de la gran masa proletaria a quienes se idiotiza con slogans de tres o cuatro palabras? Ese aislamiento es la actitud que creó la Venezuela de hoy en día, donde la clase media, separada de la gran masa empobrecida no interpreta ni encarna las necesidades de justicia y le abre el juego a un coronel que represente los irredentos.


De igual manera que la clase media de Venezuela consumió sus energías creadoras bebiendo Etiqueta Negra y haciendo compras en Miami, la clase media dominicana se centra en yipetas y torres de lujo, anestesiada frente a la necesidad de millones de compatriotas que apenas tienen para comer.


En el otro extremo los valores positivos: ser honesto y tener un buen programa de gobierno quedan de último. Y es que los de clase media estamos convencidos que la democracia se encuentra en las manos de una gran masa de votantes a quienes no les importan los principios, no les importan los valores, y por supuesto, no les importa el futuro de la patria. Nos hemos entregado. Asumimos que somos capaces de votar por el que mejor puede hacerlo por el país, pero la gran masa no; me temo que además es cierto.


Lo malo en esto es que siempre han sido los intelectuales, activistas nacidos en la clase media, los que han motorizado los grandes cambios sociales, pero para que esto sea así hay que actuar, sin embargo nuestro patrón no es ese. No se nos ocurre, sentados en un "sushi bar" de Naco, incluir en nuestra discusión los cambios que hay que hacer en la representatividad y en los mecanismos de control de esta democracia caribeña. Es más importante entre las damas las cortinas de 15 mil dólares que les hizo una decoradora de moda y entre los caballeros el plasma de 72 pulgadas que se acaban de comprar.


Y así vamos de elección en elección arropados por el voto zigzagueante de una gran masa en cuya ignorancia se apoya la política populista e irresponsable, liderados por una pequeña burguesía trepadora que se atraganta de poder tan pronto lo tiene al alcance y ante los ojos de una clase económicamente poderosa que tiene cuenta y apartamento en Miami, por si acaso.


Juan Pablo Duarte, el fundador de esta nación escribió ya en la hora postrera de su final destierro "¿Qué más se quiere del patriota? ¿Se quiere que muera lejos de su patria, él que no pensó sino en rescatarla; y con él sus deudos, sus amigos, sus compañeros, sus compatriotas que no sean bastante viles para humillarse y adorar el poder satánico que adueñado de la situación hace más de veinte años, dispone a su antojo del honor, de la vida, de las propiedades, de los mejores servidores de ese pueblo heroico hasta en el sufrimiento y tan digno de mejor suerte?". Era así entonces; lo sigue siendo.


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Por Federico A. Martínez


Una de las características de una democracia operante es la obligación de los representantes electos de responderles a los mandantes por sus acciones. Esto se viabiliza por la capacidad de hacer al mandatario responsable del cumplimiento de sus promesas de campaña. Al respecto el 72% de los entrevistados entienden que Nunca o Casi Nunca hay forma de obligar al funcionario electo a hacer lo que prometió. (Tabla 4)


En la misma pregunta incluí diferentes elementos de presión para lograr ese objetivo, de ellas sale la conclusión de que el votante dominicano sólo tiene una posibilidad de exigir el cumplimiento de las promesas de campaña: no volver a votar por el mandatario; por lo menos eso opina el 56% de los que respondieron esta pregunta.


El 31% de los entrevistados estimó que Casi Nunca o Nunca los medios de comunicación logran el objetivo como elemento de presión de lograr que los mandatarios cumplan sus promesas de campaña. Las iglesias vienen inmediatamente después, pues aunque tiene también el 14% de apoyo, el 34% entiende que su fuerza para obligar los mandatarios a implementar sus ofertas de campaña es poca. Las huelgas y movilizaciones populares tienen sólo el 9%, así como el Congreso de la república. El 95% de los entrevistados entiende que las posibilidades de que se de un golpe de estado en Republica Dominicana es prácticamente inexistente.


¿Que concluir? Democracia sin balance. Esto es una contradicción de términos, la democracia funcional exige que el poder sea reactivo a la opinión del pueblo, pues la legitimidad del mismo emana de él. Una vez en el poder, el gobernante dominicano ha adquirido una patente de corzo que le permite ejercerlo a su mejor entender y sin que ninguna institución sea capaz de hacerle sujeto de su compromiso electoral.


Los medios de comunicación en República Dominicana son omnipresentes. De hecho, cualquier bípedo implume tiene un programa, opina y entrevista. En los últimos años nos hacen sufrir vergüenza ajena abriéndole el medio a los "interactivos"; personajes de apodos graciosos cuyo modus vivendus es "representar" diferentes líneas de pensamiento (o de ausencia de ellos). La presencia supernumerosa de estos programas en los excesivos medios de comunicación existentes crea una ilusión de libertad, y esto se refleja en nuestra encuesta. El 77% de los entrevistados opinan que si uno no está de acuerdo con la forma en que el gobierno está funcionando las personas tienen libertad de protestar pública y privadamente, sin embargo, el 85% de ellos entiende que si usted trabaja en el gobierno tiene que estar callado.


Mis entrevistados afirman que si uno no está de acuerdo con la actuación del gobierno (y no es empleado público) puede protestar, pero cuando entramos en el tema de la apertura de los medios a todo el que quiera protestar, el 48% se muestra indeciso, con un 33% que tiende a decir que sí, que están abiertos al público. (Tabla 5)

Llama la atención que cuando ponemos una alternativa institucional, "Someter los gobernantes a la justicia" un 80% opina que esto no se puede hacer Nunca o Casi Nunca, aunque uno no esté de acuerdo con la forma en que se está manejando algún aspecto de la nación. Mi interpretación de estos datos me confirma la percepción de que vivimos en una supuesta democracia, sin balances, donde se asume que uno puede hablar, siempre y cuando no sea pasible de represalias inmediatas, pero donde los mecanismos institucionales de balance del poder del estado no existen o no funcionan. ¿Refleja esto talvez un resabio trujillista de la paranoia que hablaba el Dr. Zaglul? Creo que no hemos asumido nuestro rol de ciudadanos de una democracia con derecho a que nuestros mandatarios nos respondan por sus actos y el temor al estado sigue presente en cada uno de nosotros.

Dada la importancia que los medios de comunicación ejercen en la vida del país, quise averiguar la opinión de la relación de estos con la sociedad. (Tabla 6)

El 100% afirman que los medios de comunicación más importantes son propiedad de grupos de poder y el 87% opina que los dueños de los mismos sólo defienden sus intereses. Un 48% entiende que los medios de comunicación y los partidos políticos tienen vasos comunicantes que hacen que exista una "conchupancia", parafraseando a los amigos de "Aparte y Punto".

Debemos concluir que el llamado "Cuarto Poder" es más bien el "Poder de los Cuartos".

La propiedad de medios y a su manejo es un sujeto de la legislación en la mayoría de los países civilizados. Siendo los medios de comunicación masiva la vía de expresión de la voz popular, asegurarse de su independencia e idoneidad es una necesidad social. En nuestro país se ha permitido en esto, como muchas otras cosas, que siga el desorden institucional. No hay leyes antimonopolio, ni luce factible que dada la relación estrecha de los políticos con los grupos de poder se pongan medidas de control que aseguren que los intereses de estos grupos, si bien legítimos, no ahoguen el derecho de la población a la libre información.

Si algo podemos concluir de este grupo de preguntas es que la democracia dominicana es una "dedocracia" en la mejor tradición Balaguerista; sin controles ni balances. Todos tenemos derecho a una opinión, pero si es oída, nada asegura que será atendida. Podemos estar de acuerdo o no con la forma en que nos gobiernan, pero nuestros políticos nos han dejado sólo una puerta: elegir cada cuatro años uno de entre ellos mismos, que va al poder sin obligación de hacer nada de lo que ofreció y sin que tengamos ninguna forma de exigírselo.

Me preocupa que de todos los "A Veces Si a Veces No", el más alto fuera "Las huelgas y movilizaciones populares lo pueden obligar a cumplir" (las promesas de campaña). Espero que la opción de la violencia ciudadana no sea la única que nuestra renca democracia le deje a la población para reclamar sus derechos.

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Por Federico A. Martínez


La vida económica de la nación y su nivel de desarrollo se define a partir de la satisfacción de las necesidades primarias de la población. Salud, agua potable, educación, electricidad, seguridad y comunicaciones, entre otros son servicios públicos que constituyen la osamenta sobre la que se construye la vida civilizada. Por su naturaleza, son servicios que presta el estado y que después del Consenso de Washington, cada vez más, han pasado a ser ofrecidos por el sector privado.


Cuando preguntamos a nuestros entrevistados sobre los servicios públicos en el país, se puede hacer una clara división: aquellos donde el estado es su proveedor o tiene su mano (y a veces la pata) metida son los que causan mayor insatisfacción; a medida que el servicio tiene menos intervención del estado mayor es la apreciación sobre la cobertura del mismo. La muestra analizada evaluó NEGATIVAMENTE en los siguientes porcentajes la suficiencia (no la calidad) de los servicios: salud (99%), agua potable (81%), educación pública (71%), y electricidad (66%). Los servicios públicos ofrecidos por empresas privadas con poca o ninguna intervención del estado fueron evaluados POSITIVAMENTE como sigue: televisión por cable (75%), Internet (83%), teléfono (89%). (Tabla 7)


No voy a abogar ahora por la privatización de todo, aunque la conclusión aparente sería esta. Lo que hace mejor o peor el servicio público no es que el suplidor sea o no el estado, es la institucionalidad detrás de la entidad que lo ofrece y el estado de derecho que sustenta la posibilidad de la población de exigirlo. Y es por esto que el principal enemigo de la prestación de servicios públicos suficientes y de calidad es la falta de institucionalidad que apaña la corrupción.


Le pedí a la muestra de entrevistados que me dijeran que tan de acuerdo o desacuerdo estaban con la afirmación "En República Dominicana con dinero se puede comprar:" a continuación la respuesta: (Tabla 8)


El 87% concluyo que se puede comprar una ley en el congreso, el 74% una sentencia en los tribunales y el 72% un decreto en el poder ejecutivo.


Esta conclusión es devastadora. ¿Que podemos esperar de una sociedad donde la institucionalidad está secuestrada por la gente que tiene dinero?


Vale la pena recordar aquí que esta muestra está hecha con gente que tiene Internet, por lo tanto tengo que asumir que son de clase media. Por ser gente de las que conozco a muchos se que en su mayoría son adultos de segunda y tercera edad, lo cual debería darle un acceso más cercano a experiencias con el liderazgo del poder político.


¿Quién será el Chapulín Colorado de los dominicanos de a pié si no hay instancia del poder del estado que no sea permeable a la corrupción?


El secuestro del estado en manos de la gente con dinero produce que los representantes de la autoridad de la nación, y aún de la sociedad civil, sean percibidos como corruptos. (Tabla 9)


Policías, políticos y militares encabezan la lista con más del 50% de los entrevistados considerándolos como mayoritariamente o absolutamente corruptos. Los empresarios le ganan en corrupción a los empleados públicos y se salvan de la lista los sacerdotes católicos y los pastores evangélicos.


¿Cuál sector es la reserva moral del país? ¿Sólo los hombres y mujeres cuya vida está dedicada a Dios representan una posibilidad de institucionalización? Estoy convencido que la mayoría de los dominicanos son personas honestas y trabajadoras que salen todos los días a la calle a realizar un trabajo que aporta al bienestar de la nación. Para que este trabajo creador de riqueza sea efectivo, tiene que ser administrado por hombres y mujeres que respeten la dignidad de los ciudadanos.


En ese 30% de políticos que se estima que "los hay serios y no serios" debe haber algunos que puedan asumir la responsabilidad de luchar contra la corrupción y asociarse con ese 57% de empresarios que caen en la misma categoría y entre todos organizarse para asumir la defensa de la mayoría de los dominicanos que merecen una mejor suerte.


La experiencia personal de los entrevistados frente a la corrupción muestra las contradicciones de vivir en una sociedad que lucha entre el deseo de hacer lo correcto y la necesidad de sobrevivir en un ambiente de pérdida de valores, donde los corruptos son ejemplo de éxito en la vida política, empresarial y social. (Tabla 10)


Por un lado el 100% de los entrevistados entienden que debe someterse a la justicia a todos los altos funcionarios que cojan dinero para facilitar negocios, de la misma manera el 61% asume que en todas partes del mundo los poderosos compran los funcionarios públicos. ¿Cinismo o realismo? No lo se, de todas maneras en todas partes del mundo se percibe que existe la corrupción por colusión. La diferencia esta en que en otros países esta colusión entre empresarios y altos funcionarios no es tan descarada como aquí.


Un 80% de los entrevistados entiende que la corrupción de los pequeños empleados y funcionarios públicos es una parte del problema. Esto habla de la visión ética de la gente y de su percepción que la corrupción es un elemento dañino a cualquier nivel que se presente. (Tabla 11)


Cuando se le inquiere sobre la experiencia personal de los entrevistados con la corrupción aparecen respuestas contradictorias. 85% de la muestra afirma que un policía le ha pedido dinero para evitarle una contravención, sin embargo, 69% afirma que nunca le ha dado dinero a un funcionario público para agilizar una gestión. Pudiera ser que se haya interpretado que darle dinero a un policía no es un pago de corrupción a un funcionario público o que le han pedido el dinero, pero no lo ha dado. Creo más en lo primero; creo que estamos tan metidos en el lodo de la corrupción que nos hemos anestesiado y perdido la capacidad de sentirnos ultrajados por esta.


Más ambivalente es la respuesta a la decisión de someter a la justicia a un corrupto; aunque 54% está Totalmente de Acuerdo o Parcialmente de Acuerdo, estos porcentajes están casi igualados entre los indiferentes y las respuestas opuestas.


Si tomamos en cuenta que en la pregunta 5 sólo el 15% de la muestra estimó que a los funcionarios públicos se les puede someter a la justicia con un sólido 80% estimando que Nunca o Casi Nunca, y la respuesta unánime de someter los funcionarios corruptos a la justicia la conclusión es que 100% cree que debe someterse los corruptos a la justicia, pero que lo haga otro.


Podemos concluir de esta última parte que la percepción de mis 50 dominicanos es que debería someterse a la justicia a todos los corruptos, grandes y pequeños, pero mientras llega ese día y ese que se atreva a hacerlo, convivimos impotentes con la corrupción. Sabemos que está mal, sabemos que hace daño, pero nos sentimos incapaces de hacer nada frente a los políticos, empresarios y sistema de represión organizada que sostiene un estado de cosas que roba de nuestros bolsillo miles de millones de pesos cada año.


A modo de conclusión quiero dejar a los pacientes lectores de esta serie de artículos una cita tomada de los "Ensayos Seleccionados en Economía Política" (Cap. 7, párrafo 134) de Frederic Bastiat, economista liberal y diputado del período de la Revolución Francesa. En 1848, Bastiat escribió: "El gobierno, limitado en sus funciones y responsabilidades, simple en su acción, de bajo costo, que no deje caer el peso de sus cadenas sobre los gobernados, apoyado por el buen sentido del pueblo, tendría una solidez que nunca ha tenido en nuestro país, y así habríamos finalmente resuelto el gran problema de terminar para siempre con la amenaza de la revolución"
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